La Sonrisa Eterna - 4



Aquel viernes de diciembre, cuando Diego salió del ascensor muy temprano, para ir a su trabajo en el Centro Médico del Norte, no le pareció extraño encontrarse con el dueño de su apartamento, de hecho, el Sr. Angel siempre estaba de entrada o de salida y lo raro hubiese sido no coincidir con él en la planta baja del edificio.

El Sr. Angel Acosta era dueño de tres apartamentos además del que habitaba junto con su aún más caduca madre. Era un hombre maduro, simpático y hablador, aunque mantenía siempre el cuidado de no resultar entrometido, por lo que Diego, luego de ocho años de inquilino suyo, sí se extrañó al escuchar de su vecino/arrendador algo distinto a un saludo, algún comentario sobre la situación del país o lo que más recientemente acaparaba sus conversaciones: el tema de las reparaciones que harían en la fachada del edificio y en los ascensores.

Así que luego del infaltable buenos días, el Sr. Angel como quien pregunta por el clima, pulverizó el hielo vecinal casi establecido por la junta de condominio, hablándole muy directamente: - ¿Cómo te va en tu relación con María Beatriz? Ante lo cual Diego sólo alcanzó a pensar: “¡A la verga! Viejo trae maña y la de este es el chisme..." Entonces, al ver que no le respondía, el Sr. Angel le inquirió nuevamente:

Sr. Angel: - Te preguntaba que ¿Cómo les va a María Beatriz y a ti? ¿La cosa va en serio?

Diego: - Bien… Todo bien, “la cosa” va bien… pero ¿Y esa pregunta?

Sr. Angel: - Eso, su relación… que bueno, me contenta escuchar eso.

Diego: - Sí, gracias…

Sr. Angel: - Lo que pasa es que quiero vender el apartamento y si ustedes están formales ya, creo que habrá más chance de que resulten interesados en comprarlo… digo si buscan formar una familia y esas cosas…

Diego: - Pues fíjese que no pensé que usted vendería sus apartamentos y hablándole francamente, yo estoy por pedirle matrimonio a Mary en cualquier momento, tengo anillo listo y como tres discursos en el horno, sólo buscando el mejor momento… y eso de que usted quiera vender el apartamento nos podría caer “como anillo al dedo”… jajaja exactamente como anillo y con anillo y todo… ¿Y cuánto está pidiendo por él?

Sr. Angel: - Tengo que revisar bien unos detalles con la inmobiliaria, pero hemos hablado de 1.400.000 Bs… de todas formas eso lo discutimos luego… sólo quería que ustedes tuvieran la primera opción.

Diego: - Ok. Perfecto… Ese más o menos es el precio de esta zona y lo podemos discutir con calma después… Ahora me tengo que ir, pero sí me interesa evaluar esa posibilidad. Gracias!

Luego de despedirse, Diego ya no pensaba en las dos operaciones que tenía esa mañana, simplemente se dedicó a soñar despierto y sonreír mientras manejaba. Al llegar al estacionamiento decidió que sería esa noche, que no había necesidad de esperar más. Apenas llegó al piso 6, donde dominaba el cargo de Jefe de Gastroenterología desde hacía cuatro años, le pidió a su secretaria, guiñándole un ojo, que le comunicara con su “prometida”. Habló con María Beatriz y le pidió primero disculpas por haber olvidado mencionarle la noche anterior, que el Director de la Fundación propietaria del Centro Médico le había invitado, junto al Jefe de Cardiología y a la Directora de Administración a una cena en un restaurante en La Castellana, en donde al parecer quería compartir con ellos algunos planes relacionados con la creación de otra sede de la Clínica:

Diego: - Beba, la cosa es formal y no podemos llegar tarde…


María Beatriz: - Ok Amor… ¿Y a qué hora me pasarás buscando por la casa?

Diego: - Hoy llego temprano y nos vamos juntos. Con que estemos listos a las siete es suficiente…

María Beatriz: - Bueno, espero que me de tiempo de todo. No tengo nada que ponerme y hasta las once no abren las tiendas y tú sabes cómo soy… no me gusta estresarme y no tengo cita en la peluquería y ni siquiera sé si conseguiré zapatos que vayan con el vestido que aún ni he visto, o sea, it is not easy Amor…

Diego: - ¡Gracias Bella! Resuelve como puedas, igual sabes que eres super preciosa y así no inventes mucho serás la más bella de la noche… cualquier cosa vas a la peluquería de Katherine, ella siempre me pregunta por ti…

María Beatriz: - Claro que lo sé, obvio que seré la más bella, pero tampoco es para que muera en la pelu antrosa de tu hermana… ¡Sorry Love! No te metas, que bastante has hecho con avisarme tan tarde… ¡No inventes más! Mira que lo tuyo es echarle cuchillo a tus pacientes todos loosers estresados con úlceras y gastritis y yo no caeré en tu quirófano… Así que cero estrés y nos vemos en la casa entonces esta noche…

Diego: - Sí bella, esta noche nos vemos… Te amo.

María Beatriz: - ¡Kisses Love! Bye! Bye!

Así, mientras su princesa se dedicaba a sortear las dificultades de las boutiques y los salones de belleza, el Dr. Diego Valecillos trabajaría toda la mañana realizando un par de operaciones de by-pass gástrico y de úlcera sangrante, para luego atender sólo seis pacientes en su consultorio y poder salir antes de las cinco de la tarde, de modo que le diera chance a él también para prepararse y más que nada para tranquilizarse y relajarse.

Estuvo especialmente asertivo en sus diagnósticos, explicó los tratamientos a sus pacientes con inusitada paciencia y detalle, y hasta escribió sus indicaciones con un poquito menos de desidia lingüística, al punto de que no hizo falta que su secretaria las tradujese a los pacientes antes de su partida y luego de cobrarles la abultada cuenta.


Sin embargo, su última paciente le afectó un poco su ánimo. Encontrarse con una mujer joven tan visiblemente alterada y deprimida, que ignorando su condición de gravidez estuviese consumiendo mayores dosis de alcohol y cigarrillo que su propio padre, le resultó incómodo e incluso indignante. Él sabía el daño que hacía a un bebé, en las primeras semanas de desarrollo, cualquier agente nocivo que la madre ingiriera, pero lo que más le llegó, fue sentir la desesperanza en la mirada de Rosa María, quien había sido la paciente más vital y enérgica que recordara, pues ni con la peor de las gastritis era capaz de rebajarse a expresarse con quejas o remilgos, pues siempre demostraba ser una mujer fuerte y dueña de sí misma.

Todo le salió perfecto aquella noche. Ni siquiera el drama de aquella mujer le había empañado el entusiasmo, no había tráfico ni ascensor dañado que le aminorara la energía, por el contrario, quería que el día durase más, porque quería disfrutarlo mucho más. Le emocionaba todo eso y lo sabía. Quería gritar y correr. Estaba feliz. Estaba siendo cursi y aún así estaba siendo feliz con eso.

María Beatriz no estuvo bella como siempre, esta noche lo era aún más, al menos para sus ojos ella resplandecía y hasta le parecía sacada de una revista de modas internacional. No hubo ningún inconveniente y tal como esperaba, terminaron saliendo del apartamento a las nueve de la noche.
 

El restaurante era cerca y María Beatriz no sospechó nada. Estaban en una mesa para ocho personas, era imposible que ella imaginara lo que pasaría, pues ni en los tres años de novios ni en los dos viviendo juntos, Diego había sido hombre de sorpresas. Así que a pesar de haber llegado tarde al restaurante y de estar ellos dos solos en aquella mesa tan costosa y tan vacía, ella no supo lo que pasaría hasta que Diego hizo un gesto a alguien en el local, la música y las luces disminuyeron su intensidad y dieron paso a las palabras de aquel hombre que ahora de rodillas ante ella y con anillo en mano, le habló directamente desde lo que él mismo podía sentir que era su alma:

Diego: - Beba Preciosa: Cada mañana cuando despierto me ocurre lo mismo que al acostarme: Te veo y me pregunto cómo he podido yo ser tan afortunado de conocer y amar a una mujer tan hermosa y amorosa, como lo eres tú… Te veo y sé que quiero sentirte a mi lado por siempre, que quiero respirarte y cuidarte hasta que el cuerpo me lo permita, que quiero tener una familia contigo, hijos, que ya eres mi familia y, como no dejo de soñar con que me regales tu vida y aceptes la mía, he querido esta noche expresarte mi intención de compartirlo todo contigo, de amarte y entenderte, de escucharte y consentirte, de que seas sólo tú quien me hable y me ame, quien me cuide y me escuche siempre… por eso hoy quiero preguntarte: María Beatriz Prato Smitch, ¿Quieres casarte conmigo?

María Beatriz: - ¡Diego! ¡AMOR! Claro que no quiero casarme. O sea, sabes que te amo, siéntate que nos están viendo… Baby te amo mucho mucho, pero no me veo casada tan joven… no sé, me tomaste totalmente desprevenida y yo no sé qué decirte… No, supongo que no. No quiero casarme. Mírame. No te vayas a molestar Love, eres maravilloso pero yo no quiero ser esposa de nadie, al menos no todavía, eso es mucha responsabilidad. Sorry Baby. Debiste preguntarme antes para evitarnos este show Amor… No me veas así, que esto es tu culpa.

5 Response to "La Sonrisa Eterna - 4"

eKKa dijo...

Definitivamente... no soporto a esa ridiculita...jajaja q es esooooo???!!! ahora me quede con la intriga si el seguira con ella o la deja...

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


TE SIGO TU BLOG




CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE


ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE LOVE STORY, CABALLO, LA CONQUISTA DE AMERICA CRISOL.

José
ramón...

Rodney Gardie dijo...

Erika: TQM (no odies a la chama que ella NO ES MALA, sólo diferente) jajaja :-)

José Ramón: G R A C I A S Por ese mensaje, por el oro y los claveles, esos me los quedo! ;-)

Cuentero Quemao (R.G.)

Unknown dijo...

no no es mala !!! ni diferente,, lo que es una rolitranco de egoista malcriada y caprichosa eso es lo ES !!!! COMO queria que se lo preguntara osea por mail o sms ???? =S

victtorinox dijo...

Noo por pin, o sea que ella es una malcriada de verdad. :O bby sorry. Pobre diego :(

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