Célame, célame mucho...


Ya en la oficina, Alfonzo se sintió algo culpable por haberle reclamado a su novia la noche anterior, cuando Mónica le dijo que no quería irse de la fiesta con él. Recordaba que ella argumentó que aunque ya eran las dos de la madrugada, ella no tenía que trabajar temprano, a diferencia de él. Ahora que lo pensaba objetivamente, era totalmente lógico que él se fuera, porque sólo él tendría pocas horas de sueño y ella igual estaría con la mitad de los asistentes a esa fiesta por lo menos hasta el sábado, porque tendrían el estreno de la película en la que casi todos allí trabajaban, incluyendo a su propia hermana, la de Alfonzo. Pensaba que realmente no tuvo motivos por los cuales molestarse, porque se trataba del cumpleaños de su propia hermana, su novia ni siquiera bebía licor, no era un ambiente desconocido, no había gente nueva ni potenciales zamuros que pudieran intentar algo con su novia, de hecho eran puras parejas; y además, Mónica no le había dado indicios en toda la noche para sospechar sobre alguna conducta diferente a su compromiso romántico con él. Fue un impulso, una reacción de celos bobos, más nada.
Ahora lo que le llamaba la atención era darse cuenta que había actuado por primera vez por celos. Efectivamente Alfonzo no era celoso, nunca había tenido problemas con sus novias, ni siquiera con sus hermanas, él no acostumbraba criticar las decisiones de los demás, si no estaba de acuerdo siempre lo decía, pero de una forma tan clara y respetuosa, que nunca suponía una amenaza sobre la individualidad y libertad de los demás. Con sus hermanas, aunque eran menores que él, no tenía ningún sentimiento de egoísmo ni de mayor protección, las quería y respetaba, pero sabía que quienes necesitaban ser protegidos eras sus respectivos novios, porque ellas hacían lo que les provocaba sin reparar en lo que pensarían de ellas sus hombres, hacia los cuales frecuentemente él sentía algo de lástima y hasta pena ajena, pues no se había salvado ninguno de exhibir orgullosamente ignorante al menos media docena de cachos, al mejor estilo de los renos navideños de las inmensas vallas de Coca-Cola del CCCT.
Luego de entrenar en el gimnasio sólo una hora al final de aquella tarde, Alfonzo se apuró para llegar a su casa en San Román, bañarse y cambiarse de ropa, antes de que se le hiciera tarde para ir al cine en El Tolón, donde se haría un coctel y luego se proyectaría tipo preestreno la película donde su novia tenía un papel secundario, que al final le pareció más un personaje de relleno y que hasta algunos pensaron muy discretamente que la aparición de Mónica se había tratado de un trabajo como extra, nunca como lo que insistía en decir: una actriz de reparto.
El nombre y naturalmente el contenido de la película resultaron reveladores para la mente algo ingenua y honesta de Alfonzo: “Célame, célame mucho…”. Resumiendo, la película no era ni mala ni buena, la vio como una película más, al menos para su gusto. Se trataba de una mujer algo histérica de al menos treinta años, notablemente hermosa, con más curvas que argumentos y una sonrisa que hipnotizaba al más fiel. La “prota”, extrañamente llamada Angela se dedicó, durante las casi dos horas que duró la película, a torturar a su novio, que al mismo tiempo era su jefe en una supuesta famosa tienda por departamentos. Ella logró, en los cortos tres meses narrados en la historia, que su novio le propusiera matrimonio y que desistiera de firmar un contrato prenupcial, incluso que comprara a nombre de ella un carro y un apartamento, todo esto antes de casarse, lo cual se esperaba que ocurriese cerca del final de la película, pero que no queda claro si pasaría o no, pues al final, “el coleto”, como ella le llamaba en su mente a su novio, deja entrever la duda sobre si podrá vivir con esa mujer, que lo mismo lo colmaba de detalles para demostrarle su entrega total, como lo desesperaba con sus actitudes “coquetas” con cuanto hombre se le atravesara. Se trataba de una versión venezolana de La Descarada Rubí pero “con sentimientos”, según la describió un periodista de farándula en las entrevistas a la salida de la premier.
Al salir de aquel cine Alfonzo quedó “en estado de show”, como se refería siempre Greta, la mejor amiga de Mónica, cuando quería hablar de la fuerte impresión que le causaba algo, lo cual en la vida de Mónica y ella ocurría cada cuarto de hora. Sin embargo, al principio aquella historia hasta le pareció divertida, ver a Gonzalo (el personaje novio de Angela) comenzando a dudar y estresándose cada vez más por los vaivenes públicos de las caderas de su novia y sus acentuados escotes, era entretenido. Pero luego de la primera hora de aquel juego compulsivo de promoción de celos, no pudo evitar establecer paralelismos con su propia situación, con su novia. Y es que aunque él no se había sentido abrumado por las actitudes provocadoras de Mónica, sí notó que había mucho de aquellos intentos por enloquecerlo, sólo que él había sido hasta entonces prácticamente inmune a los comentarios, sonrisas, llamadas, mensajes de texto y cuanta cosa hacía su novia en persona, por teléfono y hasta por Internet. De hecho, todos los días le nombraba gente nueva que él generalmente no entendía quiénes eran ni qué los relacionaba con ella, y mayormente, se trataba de hombres. Más se preocupó cuando percibió el evidente parecido en la vestimenta de aquella loca de la película y su novia. Pero la escena donde Gonzalo pelea con Angela porque ella se rehúsa a irse de la fiesta con él, fue la gota que desbordó su incredulidad. Desde ese momento no paró de pensar y revisar todos sus momentos de pareja y se preocupó aún más cuando entendió que estaba conviviendo con una histriónica que lejos de proveerle la estabilidad y armonía que él quería, podría estarse convirtiendo en una amenaza para su paz mental.
La noche transcurrió sin mayores contratiempos, pero estuvo evaluando cada conducta de Mónica, concluyendo que efectivamente su novia disfrutaba sintiéndose el centro de la atención, y de la atracción, de todos, incluso de las mujeres. En sus comentarios, descubría las ansias hasta eróticas de sentirse envidiada y hasta odiada por sus congéneres, y que mientras más allegadas más satisfecha y realizada se mostraba. Amaba hacer y propiciar las comparaciones con modelos, actrices y amigas, y siempre salía ganando en ellas, porque si no superaba en belleza o simpatía a sus rivales, conseguía destronarlas realzando cualquier defecto, que sólo en su mente resultaba relevante.
Alfonzo tardó en dormirse aquella noche, pensaba en cómo hacer para confrontar a su novia y demostrarle lo innecesarias que resultaban todas aquellas argucias con él, pues su corazón y sus ganas ya las había ganado y que, contrariamente, esas acciones desestabilizadoras de su confianza sólo lograrían alejarlo. Decidió primero actuar y generar en ella una reacción, que le permitiera conversarlo y en el mejor de los casos resolverlo sin mayores conflictos. Así fue como decidió que al día siguiente probaría una estrategia de espejo con su novia, actuaría lo más espontáneamente provocador posible y esperaría por su respuesta.
Cuando Mónica lo llamó el viernes en la tarde para que la buscara a la salida del Instituto, donde estudiaba Turismo en las Mercedes, Alfonzo le dijo que aún estaba en casa de su madre ayudándola a mover unos muebles que había vendido y que apenas se desocupara iría por ella sin retrasarse con nada, a lo cual ella accedió sin problemas luego de plantearle la opción que tenía de que un tal Andrés, al parecer amigo nuevo de una de sus inseparables “cuamigas” le diera la cola, como siempre algún detalle para provocarle “celitos sanos” a su novio. Veinte minutos después, Alfonzo se apareció caminando en el cafetín del Instituto, con la excusa de que tuvo que estacionarse y bajar a buscarla porque se había quedado sin batería en el celular, vistiendo sólo una camiseta que dibujaba demasiado bien su pecho y abdomen de fanático del gimnasio, así como sus hombros y brazos gruesos y definidos, además, remataba su aspecto los shorts por encima de la rodilla, que con aquella tela tan suave, dejaban poco a la imaginación sobre el volumen de su entrepierna y la dureza de su posterior; incluso los zapatos de goma con aquellas pequeñas medias insinuaban una desnudez parcial, que sumados a su sonrisa de portada de revista, causó las miradas poco discretamente deseosas de la decena de mujeres presentes y, para su sorpresa también de algunos hombres.
La saludó con un beso diáfano y honesto, pero ella no logró disimular totalmente su desconcierto y su molestia, ante aquella inapropiada presentación de quien era su novio, sólo suyo. Fue entonces como inventó una excusa en extremo ridícula para no darle la cola a las tres amigas, que repentinamente se encontraron varadas, y que en otra oportunidad no hubiera tenido problemas en llevarlas, como ya había ocurrido antes. Pero su estrés aumentaba con cada frase ingenua pero encantadora que su semidesnudo novio pronunciaba mientras conversaba con sus amigas. Así que cortó la charla y a pesar de tener todavía que esperar por unas fotocopias que necesitaba para un examen el lunes siguiente, Mónica se despidió lo más acelerada que pudo y literalmente arrastró a Alfonzo hacia la salida y una vez en el carro, no pronunció ni una palabra hasta llegar a su casa, donde le dijo, antes de bajarse del carro: “Mira Alfonzo, yo te quiero demasiado, pero lo nuestro no va para ninguna parte, tú nunca estás pendiente de mí y no siento que realmente yo te interese como quiero, prefiero que lo dejemos hasta aquí, además, yo quiero estar con alguien que me quiera y no que esté compitiendo conmigo, chao!”. 

4 Response to "Célame, célame mucho..."

Anónimo dijo...

JAJAJAJA Ta buena la cosa... ella es la más arrecha le corta porque compite con ella jajaja pero es la verdad hasta en ese aspecto se celan algunas parejas... Triste pero cierto, los celos enfermizos son el mejor aditamento para acabar una relación

Anónimo dijo...

Jajajaja pero mírala pues como que no es muy competitiva, es ella y solo ella nada más. jajajaja Me gustó.

victtormarcano

jacksuperstar dijo...

Buenísimo, interesante historia!

Anónimo dijo...

aja y??? chao asi nada mas... el cuento venia bueo y termino pesimo... buuuu... tanto afan por un buen comienzo y final lo machucaron

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